Este Weblog se dedicará a mostrar distintos lugares de nuestra Tierra. Este será por el momento su viaje virtual.

1.11.05

La Mutisia


Painemilla era un cacique mapuche altanero y violento que pretendía imponer su dominio sobre todas las tribus vecinas. Los que no se le sometían eran sus enemigos irreconciliables y con ellos mantenía frecuentes guerras. Tal era el caso de Huenumán, quien no se doblegaba a las pretensiones de su vecino y seguía luchando por su independencia y autonomía.
Pero el destino les jugaría una mala pasada. Millaray, la joven hija de Painemilla, se enamoró locamente de Ñancumil, el hijo del cacique Huenumán. Los jóvenes decidieron luchar por su amor, y se vieron muchas veces a escondidas por temor al odio entre sus padres.
En cierta ocasión en que la tribu de Painemilla estaba reunida celebrando un Nguillatún, un potente graznido rompió el silencio nocturno: era el Pun Triuque, el chimango de la noche, quien con su grito de alerta presagia desgracias. La machi comenzó a buscar el motivo de la alerta, y pudo descubrir a los jóvenes amantes escondidos en las sombras. La machi decidió consultar con los dioses la actitud que debía tomar, y ellos le dijeron que debía contar lo sucedido al cacique.
La machi fue hasta el toldo del cacique y relató lo que había visto, pero inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho porque volvió a escuchar el alarmante graznido del Pun Triuque.
Painemilla, muy enojado, ordenó que capturaran a los jóvenes y los llevaran ante él. La bella Millaray pidió piedad a su padre, pero de nada le sirvió explicar que querían casarse respetando todos los rituales de la tribu y que nada malo hacían a los demás al no odiarse como lo hacían sus mayores. El cacique no deseaba parecer débil ante su pueblo y ordenó que ejecutasen a los amantes, y en el mismo momento que pronunciaba su sentencia volvió a oírse el afligido y doliente grito del Pun Triuque. Ambos jóvenes fueron atados a un poste, y luego de darles muerte a lanzazos, sus cuerpos fueron abandonados en el lugar.
A la mañana siguiente, en el mismo lugar donde habían dejado los cuerpos de los jóvenes, la tribu descubrió unas hermosas flores nunca vistas hasta entonces. Tenían largos pétalos anaranjados y se aferraban al poste del sacrificio igual que una enredadera, como dos amantes en un abrazo interminable.
Todos fueron a ver al prodigio y, avergonzados, comenzaron a venerarla por representar el recuerdo de un amor puro. Las almas de los jóvenes, amparadas por el Futa Chao (padre grande) en el país del cielo, se amarán por siempre mientras esa delicada flor de pétalos encendidos nos recuerde su injusto martirio.

1 Comments:

Blogger Pablito dice...

Hola, la verdad que el blog está muy bueno, te felicito por mostrarles a todos la belleza de la patagonia acompañada de las leyendas que hacen todavía más rica a nuestra tierra. Espero algún día poder conocer todos esos sitios. Saludos y felicitaciones

1:52 a. m.

 

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lo espero hasta su proxima visita